lunes, 13 de junio de 2022

 


Erase una vez, un país al revés.

Un helicóptero cuatro coches de la G.C. para una inspección de trabajo en el campo. En un atraco al Banco de España no se hace un despliegue tan espectacular.
Algún día los agricultores amaneceremos sin brisa al amanecer y sin sol al alba, amaneceremos tras unos barrotes con vistas a un lúgubre pasillo de alguna comandancia de la Marina Alta, no está muy lejos ese día.
¿Cuál es nuestro delito? Participar en unas maratonianas jornadas de trabajo de sol a sol con manos callosas, piel quemada y moral quebrada y sin un contrato hecho a nuestros colaboradores, no digo trabajadores, digo colaboradores por que solo les puedo ofrecer 4 ó 6 jornales al año, muchos de estos colaboradores son vecinos jubilados, amas de casa o compañeros que puntualmente, ahora o en la recolección nos echan una mano para salvar la falta de mano de obra que en determinados momentos tiene el campo, culpables sí, pero obligados por una situación social y política. Somos víctimas fáciles y somos ignorados por los responsables que ahora amenazan con liquidar a los agricultores a base meternos miedo en forma de inspecciones y multas impagables.